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Aug 16, 2023

La sal Hartshorn y los productos para hornear abordan un importante problema medioambiental

El poliéster es el segundo tejido más utilizado en el mundo y una amenaza medioambiental, especialmente porque la mayor parte nunca se recicla. La tela, una mezcla de plástico y algodón, ha sido difícil para la industria separarla y, por lo tanto, reciclarla. Ahora, un grupo de jóvenes químicos de la Universidad de Copenhague ha inventado una solución ecológica y sorprendentemente sencilla utilizando un único ingrediente doméstico.

Desde ropa hasta sofás y cortinas, el poliéster domina nuestra vida cotidiana, con la asombrosa cifra de 60 millones de toneladas producidas anualmente de este popular tejido. Sin embargo, la producción de poliéster pasa factura al clima y al medio ambiente, ya que sólo un mero 15% se recicla, mientras que el resto acaba en vertederos o incinerado, siendo responsable de más emisiones de carbono.

El PET es el tipo de plástico más utilizado en el mundo. La producción de PET, un plástico que conocemos comúnmente como botellas de bebidas, asciende a 70 millones de toneladas al año y crece cada año. Un tercio de la producción mundial de PET se utiliza para producir poliéster y otros textiles sintéticos.

El reciclaje de poliéster plantea un desafío importante, particularmente a la hora de separar las fibras de plástico y algodón de las que está hecho el tejido mixto sin perder ninguna de ellas en el proceso. Los métodos de reciclaje convencionales suelen priorizar la conservación del componente plástico, lo que provoca una pérdida de fibras de algodón. Además, estos métodos son costosos, complejos y generan residuos metálicos debido al uso de catalizadores metálicos, que pueden ser citotóxicos y contaminar el proceso.

En un avance notable, un grupo de jóvenes químicos ha revelado una solución sorprendentemente simple a este problema apremiante, que potencialmente revolucionará la sostenibilidad de la industria textil.

"La industria textil necesita urgentemente una mejor solución para manipular tejidos mezclados como poliéster/algodón. Actualmente, hay muy pocos métodos prácticos capaces de reciclar tanto algodón como plástico; normalmente es una situación o la otra. Sin embargo, con nuestra técnica recién descubierta, "Podemos despolimerizar el poliéster en sus monómeros y al mismo tiempo recuperar algodón en una escala de cientos de gramos, utilizando un enfoque increíblemente sencillo y respetuoso con el medio ambiente. Esta metodología catalítica sin rastros podría cambiar las reglas del juego", explica el postdoctorado Yang Yang del grupo Jiwoong Lee en del Departamento de Química de la Universidad de Copenhague, quien es el autor principal del artículo de investigación científica.

El nuevo método no requiere ningún equipo especial: sólo calor, un disolvente no tóxico y un ingrediente doméstico común y corriente.

El nuevo método de reciclaje basado en sal de cuerno de ciervo (bicarbonato de amonio) funciona tanto con plástico PET como con materiales mezclados con PET y algodón.

"Si tiramos desechos plásticos sucios en un contenedor, todavía obtenemos algodón y monómero plástico de buena calidad. Puede ser incluso una botella de plástico con residuos de jugo todavía en ella. Simplemente la ponemos y comenzamos la reacción. Todavía funciona", afirma Shriaya Sharma.

"Por ejemplo, podemos coger un vestido de poliéster, cortarlo en trozos pequeños y colocarlo en un recipiente. Luego añadir un poco de disolvente suave y después sal de cuerno de ciervo, que mucha gente conoce como agente leudante de los productos horneados. Luego lo calentamos todo a 160 grados centígrados y lo dejamos durante 24 horas. El resultado es un líquido en el que las fibras de plástico y algodón se depositan en distintas capas. Es un proceso simple y rentable", explica Shriaya Sharma, doctora. estudiante del grupo Jiwoong Lee en el Departamento de Química y coautor del estudio.

La sal de cuerno de ciervo, también llamada bicarbonato de amonio, se descompone en amoniaco, CO2 y agua. La combinación de amoníaco y CO2 actúa como catalizador, desencadenando una reacción de despolimerización selectiva que descompone el poliéster preservando las fibras de algodón. Aunque el amoníaco es tóxico por sí solo, cuando se combina con CO2 se vuelve respetuoso con el medio ambiente y seguro de usar. Debido a la naturaleza suave de los químicos involucrados, las fibras de algodón permanecen intactas y en excelentes condiciones.

Anteriormente, el mismo grupo de investigación demostró que el CO2 podría servir como catalizador, entre otras cosas, para descomponer el nailon sin dejar rastro. Este descubrimiento los inspiró a explorar el uso de la sal cuerno de ciervo. Sin embargo, los investigadores quedaron gratamente sorprendidos cuando su sencilla receta dio resultados exitosos.

"Al principio, estábamos emocionados de ver que funcionaba tan bien solo en botellas de PET. Luego, cuando descubrimos que también funcionaba en tela de poliéster, nos quedamos extasiados. Era indescriptible. Que fuera tan sencillo de realizar fue casi demasiado bueno para ser verdad", afirma Carlo Di Bernardo, estudiante de doctorado y coautor del estudio.

Si bien hasta ahora el método solo se ha probado a nivel de laboratorio, los investigadores destacan su escalabilidad y ahora están en contacto con empresas para probar el método a escala industrial.

"Esperamos comercializar esta tecnología que alberga un potencial tan grande. Mantener este conocimiento detrás de los muros de la universidad sería un enorme desperdicio", concluye Yang Yang.

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